El gran desafío que supone la revolución de Big Data plantea numerosos retos que resultan más fáciles de abordar gracias al desarrollo de las industrias vinculadas a las tecnologías de la información y las comunicaciones. Hoy queremos analizar la diferencia entre IoT y M2M.
Entre otras tecnologías relacionadas con el universo de los grandes datos no pueden dejar de citarse la analítica avanzada, el cloud computing, el Internet of Things (IoT) y el Machine-to-Machine (M2M). Protagonistas tecnológicos desde distintos frentes, cada uno con sus particularidades, pero a su vez todos ellos están interrelacionados y son cada vez más omnipresentes.
En la era de los grandes datos su uso inteligente abre inéditas posibilidades para transformar la forma de vivir, trabajar y pensar. Se trata, en suma, se buscar beneficios para la sociedad, entre ellos los relacionados con la creación de un mejor gobierno gracias al modelo plasmado en la smart city.
¿Cómo pueden contribuir el IoT y el M2M en la construcción de las ciudades del mañana? Antes de contestar a esta pregunta, al tratarse de conceptos que solapan parte de su campo semántico, es importante delimitarlos con el fin de poder diferenciarlos más fácilmente.
Qué es el IoT
El IoT nos remite al mercado masivo de muy distintos dispositivos conectados a la red con el objetivo de prestar una serie de servicios a un usuario final. La casuística es realmente amplia, y no deja de crecer. Abarca un sinfín de bienes de consumo, entre otros pulseras, relojes, desfibriladores, termostatos y otros dispositivos del sector de la domótica.
Igualmente, el IoT es esencial para la smart city . Sin miedo a exagerar, el IoT es la base sobre la que esta se construye para la consecución de elementos tan vitales como el reparto equitativo de bienes y materias primas, el control de la calidad ambiental, el abastecimiento energético, un eficiente plan de movilidad y una optimización de los servicios prestados, con especial hincapié en el aspecto sanitario y de seguridad ciudadana.
A nivel estadístico, el cada vez más sorprendente IoT parece no tener techo. Su aumento exponencial está teniendo un efecto contagioso que anima al desarrollo de modelos nuevos sensores y otros modelos de conexión entre dispositivos. Un escenario que, inevitablemente, nos lleva al concepto de M2M.
Qué es M2M
El concepto de M2M es más específico y, a diferencia de IoT, aún no ha logrado masificarse. En esta ocasión no se trata de llevar a cabo una comunicación entre dispositivos y personas sino entre máquinas, excluyendo a éstas.
Es decir, se refiere a las tecnologías de comunicación entre máquinas, entendidas de manera amplia, incluyendo desde un motor industrial, un robot, un automóvil o un dispositivo electrónico.
Su comunicación se efectúa entre la máquina y un servidor, a través de distintas conexiones, ya sea a nivel satelital, router WiFi, GPRS o, pongamos por caso, mediante una conexión LAN o Ethernet.
Diferencias entre IoT y M2M: Con puntos en común pero no son lo mismo
Si bien en ocasiones pueden utilizarse ambos términos de forma indistinta, tras lo apuntado es fácil ver que, pese a sus similitudes, IoT no es lo mismo que M2M. Mientras el IoT se enfoca a bienes de consumo, ofreciendo un servicio en un mercado globalizado, el M2M se circunscribe al punto de vista técnico de las comunicaciones. En cierta medida, por lo tanto, podría afirmarse que éste se incluye en aquel.
Por un lado, la información capturada vía M2M se transmite por la red, de modo que una aplicación la traducirá en información útil. Igualmente, pero a través de una conexión vía IP, el IoT interconecta sistemas M2M aislados, que actúan sin intervención humana. En este caso, la suma de datos de distintas fuentes permiten crear diseños de IoT a la medida de las necesidades.
Construyendo smart cities
Una vez establecidas las diferencias entre ambos conceptos, preguntarse qué pueden hacer a la hora de avanzar hacia la smart city nos obliga a mirar a ese mundo cada vez menos utópico de la ciudad conectada.
Sus posibilidades son inmensas, siempre bajo la premisa de que el desarrollo de un modelo de ciudades inteligentes busca mejorar la vida del ciudadano y, en fin, optimizar la implementación de políticas de cara a maximizar su eficiencia.
Entre otras, las tendencias TIC en las smart cities abarcan cuestiones tan diversas como así como la gestión sostenible de los recursos, la agilización burocrática administrativa para ciudadanos y empresas, la transparencia de las Administraciones Públicas o, por ejemplo, mejorar la movilidad, el tráfico y la logística de la ciudad.
El uso del M2M y el IoT para el logro de la mencionada interconexión brinda una serie de datos agregados que proporcionan una valiosa información que abre posibilidades inéditas en el caso de las ciudades inteligentes. Entre otras muchas, sería factible crear una red de sensores instalados en las calles para ayudar a buscar aparcamiento y mejorar el tráfico.
O pensando en la prevención, también gracias a una red de sensores es factible automatizar la información que emiten las pantallas de tráfico en carretera para que el conductor pueda evitar el peligro y así aumentar la seguridad vial. Una iniciativa de las compañías españolas Sico y Postigo.
Proyectos similares que, en suma, sólo pueden convertirse en realidad mediante la contribución de ambos conceptos, pues ambas tecnologías resultan complementarias.
No solo tienen un enorme potencial de desarrollo para una interminable lista de campos, muchos aplicables a la construcción de la ciudad inteligente, sino que además tienen la particularidad de poder crear sinergias positivas propiciando ricos ecosistemas de innovación.
Centrándonos en su aspecto práctico, el gran objetivo es ponerlas en marcha con éxito, y ello requiere una adaptación empresarial a los escenarios en los que se quieren implementar estas nuevas tecnologías para maximizar su uso, evitando también los riesgos asociados.
Su imparable avance también plantea interrogantes ante los que es complicado encontrar soluciones capaces de superar los numerosos desafíos de una realidad interconectada. Pero son tantos los beneficios que, contando con la colaboración de los diferentes actores implicados y con normativas que establezcan estándares, los resultados pueden llegar a ser superlativos.
A nivel nacional, España está en la vanguardia de las urbes inteligentes europeas, según concluye el Libro Blanco Smart Cities 2015 presentado por el Centro de Innovación del Sector Público de PWC e IE Business School y Telefónica bajo el título “La transformación digital de las ciudades”.
En nuestro caso, además del Plan Nacional de Ciudades Inteligentes, la normativa europea constituye el gran referente de este proceso de transformación urbana en cuestiones tan capitales como la movilidad o el medio ambiente.
No en vano, si podemos construir una ciudad más inteligente es gracias a las enormes oportunidades que representan IoT y M2M, apoyadas por las tecnologías capaces de sacar partido de esta ingente cantidad de datos generados por máquinas y sensores de forma automatizada.
Pero no solo eso, porque el actual mundo digitalizado conforma ya una nueva realidad en la que, más allá de las máquinas, las inteconexiones implican también a las personas. Todos ellos factores necesarios para poder contribuir a alcanzar la smart city a través de ambiciosos proyectos que mejoren la calidad de vida del ciudadano.
Sin duda, uno de los grandes desafíos a la hora de lograr un crecimiento sostenible a nivel económico y ambiental, además de unos servicios innovadores que respondan a las necesidades cambiantes de una sociedad cada vez más dinámica y exigente.